sábado, 5 de mayo de 2012

EDUCACIÓN DE LOS HIJOS: ¿AUTORIDAD O AUTORITARISMO?






Sabiendo que autoridad es el prestigio y crédito que se reconoce a una persona por su legitimidad y/o por su calidad y competencia y que autoritarismo es la actitud de quien ejerce con exceso su autoridad, en la educación de los hijos debemos optar por la práctica de la autoridad en su versión positiva.

La versión positiva del ejercicio de la autoridad en la educación de los hijos significa que, la imposición de normas debe siempre ir precedida de cierto diálogo, debate y participación. Además, una característica muy singular del ejercicio de esta autoridad en la educación de los hijos es que debe ser COMPARTIDA, en igualdad de condiciones padre y madre. No caminar por esta senda puede provocar inhibición por parte de los hijos o conductas desafiantes nada deseables.


Las normas, cuando son coherentes, constantes, conocidas, aceptadas y entendidas tienen muchas posibilidades de consolidarse y ser cumplidas y funcionales.

Por el contrario la educación basada en el denominado liberalismo o permisividad, generalmente tiene nefastas consecuencias para el comportamiento de los hijos, convirtiéndose en pequeños tiranos, ya que se llega incluso a dejar de ejercer la potestad.


¿QUÉ DEBEMOS HACER?

  • Tener normas claras, concretas y razonables, distinguiendo entre lo que está bien y lo que está mal.
  • Tener paciencia y constancia, dando tiempo a que cada norma sea asimilada y consolidada.
  • Premiar con alabanzas o pequeñas sorpresas los avances y esfuerzos, no prestando excesiva atención a los errores.
  • Predicar con el ejemplo. Todo lo que pidamos que hagan, debemos ejemplificarlo para servirles de modelo a imitar. No exigirles lo que no estemos dispuestos a realizar.
  • Hacerles saber con frecuencia que estamos seguros de que son capaces de conseguir cumplir con lo que le pedimos, es decir transmitirles confianza.
  • Si el niño no cumple con la norma deberá tener consecuencias: pérdida de atención, pérdida de privilegios o refuerzos, aislamiento breve, etc. Evitar recriminaciones verbales excesivas, no son útiles. Evitar igualmente cambiar de criterio, una vez adoptada una decisión no modificarla. Firmeza con cierta flexibilidad.
  • Exigirle que reconozca sus equivocaciones o errores y para que ello sea realmente efectivo hacerlo nosotros también cuando proceda.
  • La relación debe ser siempre cariñosa y afectuosa, al igual que las exigencias y normas deberán ser razonables y las consecuencias mesuradas, tanto las positivas como las negativas. Es importante dialogar a menudo, escuchando y tratando de comprender.
  • Debe haber uniformidad de criterios entre las personas responsables de la educación de los hijos, principalmente los padres. Si es posible, hacerlos extensibles a otros miembros familiares: hermanos mayores, abuelos, etc.
En definitiva, autoritarismo no, autoridad sí pero flexible y dialogante. Como Albert Einstein dijo: "Lo peor es educar en métodos basados en el temor, la fuerza, la autoridad, porque se destruye la sinceridad y la confianza, y sólo se consigue una falsa sumisión"