lunes, 21 de mayo de 2012

MIEDOS INFANTILES






El miedo es una perturbación angustiosa del ánimo por un riesgo o daño real o imaginario. Cuando el miedo es una respuesta ante una amenaza real forma parte de nuestro instinto de supervivencia. 





Son miedos evolutivos sin importancia y normales según la edad:
  • Hasta un año de edad: pérdida de apoyo, alturas, extraños, separación de las personas conocidas.
  • Hasta los tres años: separación de los padres o cuidadores cercanos, animales, ruidos fuertes, maniobras imprevistas, oscuridad, etc.
  • Hasta los seis años: empiezan a desaparecer progresivamente los anteriores motivos y aparecen otros con un mayor componente de recreación cognitiva: fantasmas, monstruos asociados a la oscuridad, personajes ficticios, personas disfrazadas, tormentas, etc.
  • Hasta los once años: miedos a amenazas reales como accidentes, enfermedades, intervenciones médicas, la muerte, compañeros agresivos, posibilidades de fracaso escolar o deportivo, problemas familiares, etc.
  • Once años en adelante: van surgiendo preocupaciones como la imagen personal, miedo al rechazo, al fracaso académico ó deportivo, las relaciones personales.


Cuando el miedo es irracional, con pérdida de autocontrol, demasiado duradero o poco apropiado para la edad  podemos hablar de conducta fóbica. Cuando el miedo provoca respuestas fisiológicas poco comunes (aceleración cardíaca, sudoración, enrojecimiento, temblores, tics, sequedad de boca, etc.) hablamos de ansiedad.




Los miedos pueden adquirirse por varias vías:
  • Viendo como personas cercanas muestran miedo ante determinadas situaciones. Cuánta menor edad tenemos más posibilidades hay de adquirirlos de esta manera.
  • Por lo que nos cuentan sobre algo o alguien. En este caso también somos más susceptibles cuanto más joven somos.
  • Por experiencias traumáticas vividas en primera persona: ataque de animales, accidentes, actos violentos, etc.
 ¿Qué hacer?

  • Predicar con el ejemplo: mostrarnos ante ellos animosos, confiados, decididos, valientes, etc. Procurarle la compañía de iguales para que los tenga de referencia y los imite.
  • Prevenir antes que curar: evitarles racionalmente todas las posibles fuentes de accidentes, visionados no recomendables (cine, televisión, videojuegos, etc.) o lecturas inadecuadas.
  • Facilitarles actividad física y actividades de relajación, con el fin de que adquieran habilidades para minorar las respuestas de ansiedad.
  • Potenciar progresivamente su independencia.
  • Escucharles atentamente, mostrando interés por la descripción que nos hagan de sus miedos, pesadillas o terrores nocturnos.
  • No reírnos de ellos ni ridiculizarlos delante de nadie.
  • Anotar los distintos sucesos, dejando al menos constancia de cuándo ocurre, dónde, sucesos anteriores y posteriores, así como todos aquellos aspectos con los que se pudiera relacionar (problemas con hermanos, con compañeros del colegio, etc.)
  • Felicitar al niño cuando no ocurran sucesos de esta naturaleza
  • Tener mucha paciencia y basarse en el procedimiento de la desensibilización sistemática, mediante aproximaciones sucesivas al objetivo final. Ir poco a poco, con pasos pequeños, exigiéndole al niño solamente aquello a lo que está dispuesto a comprometerse, felicitándole por cada pequeño avance y no prestándole atención a los fracasos. Podemos “aliarnos” con ellos en su lucha para vencer un miedo determinado, acompañándole en cada aproximación para poco a poco irle dejando solo. Hasta los seis años debemos ser imaginativos con ellos, nos ayudará.
  • Entrenar al niño a cambiar sus pensamientos mediante procedimientos de autoinstrucciones verbales.
  • Si consideramos que la situación nos desborda, consultad siempre con un profesional.

 Algunos ejemplos:

  • Ante el miedo a la oscuridad: dejar una luz encendida y la puerta abierta para progresivamente ir apagando y cerrando respectivamente; habitación con ambiente agradable; respetar los hábitos (hora de acostarse, ir al servicio, etc.) no aceptando modificaciones en los mismos aunque el niño proteste; estar un rato con ellos, jugar en la oscuridad, leer algo, etc.
  • Miedos escolares: no aceptar la negativa a acudir al colegio; coordinar con el centro escolar los pasos a dar si la fobia es muy intensa (aproximaciones sucesivas).
Una lectura muy interesante es el libro “Los miedos infantiles en la literatura para niños” de la Fundación Germán Sánchez Ruipérez. Es una selección bibliográfica de obras infantiles y juveniles que tienen como tema los miedos infantiles.