El
miedo es una perturbación angustiosa del ánimo por un riesgo o daño real o
imaginario. Cuando el miedo es una respuesta ante una amenaza real forma parte
de nuestro instinto de supervivencia.
Son miedos evolutivos sin importancia y
normales según la edad:
- Hasta un año de
edad: pérdida de apoyo, alturas, extraños, separación de las personas
conocidas.
- Hasta los tres
años: separación de los padres o cuidadores cercanos, animales, ruidos
fuertes, maniobras imprevistas, oscuridad, etc.
- Hasta los seis
años: empiezan a desaparecer progresivamente los anteriores motivos y
aparecen otros con un mayor componente de recreación cognitiva: fantasmas,
monstruos asociados a la oscuridad, personajes ficticios, personas
disfrazadas, tormentas, etc.
- Hasta los once
años: miedos a amenazas reales como accidentes, enfermedades,
intervenciones médicas, la muerte, compañeros agresivos, posibilidades de
fracaso escolar o deportivo, problemas familiares, etc.
- Once años en
adelante: van surgiendo preocupaciones como la imagen personal, miedo al
rechazo, al fracaso académico ó deportivo, las relaciones personales.
Cuando
el miedo es irracional, con pérdida de autocontrol, demasiado duradero o poco
apropiado para la edad podemos hablar de
conducta fóbica. Cuando el miedo provoca respuestas fisiológicas poco comunes
(aceleración cardíaca, sudoración, enrojecimiento, temblores, tics, sequedad de
boca, etc.) hablamos de ansiedad.
Los
miedos pueden adquirirse por varias vías:
- Viendo como
personas cercanas muestran miedo ante determinadas situaciones. Cuánta
menor edad tenemos más posibilidades hay de adquirirlos de esta manera.
- Por lo que nos
cuentan sobre algo o alguien. En este caso también somos más susceptibles cuanto
más joven somos.
- Por experiencias
traumáticas vividas en primera persona: ataque de animales, accidentes, actos
violentos, etc.
¿Qué
hacer?
- Predicar con el
ejemplo: mostrarnos ante ellos animosos, confiados, decididos, valientes,
etc. Procurarle la compañía de iguales para que los tenga de referencia y
los imite.
- Prevenir antes que
curar: evitarles racionalmente todas las posibles fuentes de accidentes,
visionados no recomendables (cine, televisión, videojuegos, etc.) o
lecturas inadecuadas.
- Facilitarles
actividad física y actividades de relajación, con el fin de que adquieran
habilidades para minorar las respuestas de ansiedad.
- Potenciar progresivamente
su independencia.
- Escucharles
atentamente, mostrando interés por la descripción que nos hagan de sus
miedos, pesadillas o terrores nocturnos.
- No reírnos de ellos
ni ridiculizarlos delante de nadie.
- Anotar los
distintos sucesos, dejando al menos constancia de cuándo ocurre, dónde,
sucesos anteriores y posteriores, así como todos aquellos aspectos con los
que se pudiera relacionar (problemas con hermanos, con compañeros del
colegio, etc.)
- Felicitar al niño cuando
no ocurran sucesos de esta naturaleza
- Tener mucha
paciencia y basarse en el procedimiento de la desensibilización sistemática,
mediante aproximaciones sucesivas al objetivo final. Ir poco a poco, con
pasos pequeños, exigiéndole al niño solamente aquello a lo que está
dispuesto a comprometerse, felicitándole por cada pequeño avance y no
prestándole atención a los fracasos. Podemos “aliarnos” con ellos en su
lucha para vencer un miedo determinado, acompañándole en cada aproximación
para poco a poco irle dejando solo. Hasta los seis años debemos ser
imaginativos con ellos, nos ayudará.
- Entrenar al niño a cambiar
sus pensamientos mediante procedimientos de autoinstrucciones verbales.
- Si consideramos que
la situación nos desborda, consultad siempre con un profesional.
Algunos
ejemplos:
- Ante el miedo a la
oscuridad: dejar una luz encendida y la puerta abierta para
progresivamente ir apagando y cerrando respectivamente; habitación con
ambiente agradable; respetar los hábitos (hora de acostarse, ir al servicio,
etc.) no aceptando modificaciones en los mismos aunque el niño proteste;
estar un rato con ellos, jugar en la oscuridad, leer algo, etc.
- Miedos escolares: no aceptar la negativa a acudir al colegio; coordinar con el centro escolar los pasos a dar si la fobia es muy intensa (aproximaciones sucesivas).